En esta entrada añado un enlace en la que leo un cuento.
Es una historia que escribí para prevenir el acoso en un grupo de 5 años. En esta edad no hay acoso pero sí se puede prevenir.
Adjunto el texto por si a alguien le pudiera ser de utilidad. Es la versión larga: se puede acortar.
Sólo decir que la lectura con público infantil siempre sale mejor...!
EL BOSQUE DE MURCI
Había una vez un bosque en otoño
Los árboles, que parecían pintados de naranja, rojo y
amarillo, se quedaban sin hojas
Y dejaban ver los agujeros del tronco
Por estos agujeros, si uno está muy atento, asomaban cientos
de ojitos brillantes
y algún que otro bigote
Y es que muchas familias de ardillas tenían allí su hogar
Murci vivía en un confortable agujero con su mamá
Tenía este nombre un poco extraño
Sí, tenéis razón, era un nombre más de murciélago que de
ardilla
Pero es que Murci saltaba tan alto, que a veces parecía
volar
Estiraba su larga cola, usándola como un timón, dominando el
viento
Volaba de rama en rama
Ooohhhh decían sus compañeros ardilla en la escuela cuando
saltaba
Oooohhh volvían a decir
Ooooooh oooooh oooohhh decían otra vez
Así que el nombre le iba al pelo (de ardilla, claro)
A finales de verano, su padre había salido en busca de
bellotas, y tardaba más de la cuenta en volver
Murci y su mamá estaban un poco preocupados
Una tarde de otoño, de esas en que la luz y el cielo cambian
mil veces de color en un solo día, muy sigilosamente se acercó una tormenta
Y se colocó justo encima del árbol de Murci
Murci enseguida olió la tormenta con su pequeño hocico
Y pensó que su papá estaría fuera, mojándose, puede que
perdido
Así que cuando su madre estaba atareada preparándole el baño
dentro de una cáscara de nuez
Murci salió, de puntitas con sus patitas acolchadas
Enseguida notó que uno de sus bigotes se doblaba por el peso
de una gran gota de lluvia
Y poco a poco las gotas fueron cayendo, cada vez más rápido,
empapando su pelaje
Murci sabía que debería entrar
Que su madre se estaría preocupando
Pero algo le mantenía fuera
Sería
la preocupación que sentía por su papá
Sería
la atracción que sentía por ver la belleza de la tormenta
La tormenta empezó a hacer mucho ruido, aunque no parecía nada
enfadada
Lo que no sabía Murci, es que cuando la tormenta está justo
encima de nuestras cabezas, los truenos y los rayos van muy juntitos, uno
detrás de otro
Así que el trueno sonó, fuerte
Y el rayo cayó,
atravesando el árbol de arriba abajo
Al principio, Murci no entendía qué había sucedido
Notó un olor a chamusquina, a barbacoa de los domingos
Se sintió más liviano que nunca
Entonces, miró para atrás
Y en un segundo lo entendió todo, porque era listísimo
Su cola ya no estaba.
El rayo se la había llevado.
Quizá había acabado en el fondo de la tierra, por donde
decía la Srta. Búho que van a parar los rayos, que hay una bola de fuego y lava
O quizá simplemente se había deshecho como el humo en el
aire
Al volver a casa, su mamá lloró un poquito
Pero le dijo que lloraba de emoción y alegría porque Murci
hubiera vuelto
Que la cola le daba igual, lo importante es que ÉL estuviera
allí
Y le puso Betadine y una venda de la que Murci se sintió
tremendamente orgulloso
Al día siguiente, Murci volvió a la escuela
Pero aunque fuera en el mismo árbol, y la maestra fuera el
mismo búho, nada parecía ser lo mismo
Ya no se oía ningún ooooh ooooooh oooooh cuando pasaba
Ni oooh
Ni oh
El resto de ardillas vinieron a olisquearle la cola
La buscaban por todas partes, pero no la encontraron
Sus ojitos ya no eran grandes
Empezaron a volverse estrechos
Como si tuvieran sueño
Qué raro
Entonces Murci escuchó una primera risita
Era de Bartolo
Bartolo era una ardilla muy grande
Con una cola larga aunque un poco despeinada
Su risa parecía salir del fondo de su tripita
Y la risa es muy contagiosa, más que los catarros
La risa se oía cada vez más fuerte
Salía de cualquier lugar
Eso no es una ardilla
Empezó a escuchar
Será una rata
Si, una rata
Una rata, si
Vete al colegio de ratas
Fuera del bosque
Alcantarilla abajo
Y la risa se volvía a oír como un eco
Murci no sabía que le pasaba
Sus bigotes estaban mojados pero no había tormenta
Las orejitas picudas se le doblaron para bajo
No quería mirar alrededor, ni para arriba
Así que sólo vio la hierba pasar y pasar
Al cielo no miró para nada
Por si acaso
Agachó la cabecita
Y se marchó a su casa
Al día siguiente pasó lo mismo
Y al otro
Y al otro
Y así siete días con sus siete noches y siete lunas a las
que daba una pena horrorosa contemplar
Un día, Murci estaba solito en el recreo tomando su merienda
de avellanas
Y se acercó una ardillita pequeña
-Hola
Soy Miguita
¿Puedo sentarme a tu lado?
Murci asintió contento
Miguita tenía los dientes muy separados
Y se le caían las nueces entre ellos cuando masticaba
La verdad es que a ella el nombre también le iba muy bien.
Desde esa mañana las dos ardillas no se separaron
Las risas seguían surgiendo de lugares inexplicables
Pero el estar juntos les hizo más fuertes
Cuando alguien decía
-Murci, te voy a pisar la cola
Ah, no puedo, no tienes!!
jajajajaja
-Murci has roído queso hoy?
Era muy apestoso?
jajajajaja
-Murci, vete a dormir
Eso sí, boca abajo
Como los murciélagos
juauauajajaaaaa
Miguita y Murci observaban
Le parecía que Bartolo y las ardillas que les acompañaban
parecían algo enfadados
Con ellos, pero también con el mundo
Hasta con ellos mismos
Bartolo nunca traía merienda. Le sonaban las tripas a
distancia
-Pobre, decía Miguita
Su mamá estará muy ocupada
Tampoco debía bañarle ni peinarle el pelaje
-Pobre,
decía Miguita
A Murci también le empezó a dar pena
Un día, al entrar en el colegio, escuchó como siempre la
risa de Bartolo
Levantó la mirada y se acercó a él
Decidido
El resto de ardillas se quedaron como congeladas
No sabían cómo iba a acabar el asunto
Bartolo resopló un aire muy caliente por su hocico
Estaba preparado para la pelea
Murci cada vez estaba más cerca
Todo parecía suceder como a cámara lenta
Entonces, Murci rodeó firmemente a Bartolo con sus brazos
Y le dio un fuerte abrazo
Bartolo estaba muy tieso
De repente, empezó a temblar
Y de manera muy tímida, el también abrazó a Murci
-Te perdono, dijo Murci
-Lo siento, dijo Bartolo
Bartolo le dijo que lo sentía muy bajito
Susurrándole en la orejita peluda
Pero lo dijo
Murci se dio la vuelta
Le dio la sensación de estar blandiendo su magnífica cola
invisible en el aire
Las ardillas contenían la respiración
-Vamos
Miguita, dijo
No
lleguemos tarde a casa
Mi
madre nos ha preparado tortitas con salsa de arándano para merendar
Y así, los dos amigos se marcharon juntos, sin soltarse la
patita
-Hasta mañana, dijeron al unísono
-Hasta
mañana, contestaron todos sus compañeros
Mañana
No sabemos qué pasará
Lo que si sabemos
Es que será otro día.
FIN